El nuevo motor híbrido de la IndyCar debutó el pasado fin de semana en Mid-Ohio. El problema más destacable se dio en el coche de Scott Dixon en la vuelta de formación, por lo que la organización está muy contenta con el debut.
La categoría americana presentó una nueva unidad de potencia el pasado fin de semana. Combina el motor de combustión interna V6 biturbo de 2,2 litros, con una MGU de bajo voltaje (48 V) y un sistema de almacenamiento de energía (ESS), con supercondensadores de hasta 320 kilojulios por vuelta. Todo esto, combinado con el Pus to Pass, añade 120 CV de potencia, por lo que los pilotos gozan de más de 800 CV.
Se vieron algunos problemas con el autoarranque, uno de los principales cambios, que permite al piloto pulsar una secuencia de botones para arrancar su coche. El sistema se desactivó el sábado, mientras que el día de la carrera no hubo grandes problemas. Si en el coche de Dixon y se sospecha que el ESS comenzó a descargarse, pero la IndyCar dijo que siguen investigando el problema.
El neozelandés ha perdido una gran distancia en el campeonato, ya que ha pasado de 32 puntos al inicio del fin de semana a los 71 al ver la bandera de cuadros. Pero Jay Frye, CEO de la IndyCar, resta importancia a lo sucedido y remarca el gran debut. “Obviamente, hay que felicitar a Chevrolet y a Honda por participar en esto hace 18 meses. Tener 27 coches corriendo es un gran logro. Ha sido increíble cuando los pilotos lo han utilizado a lo largo del fin de semana. Lo mejor de todo es que todavía hay mucho potencial que no hemos explotado, pero ha sido un primer fin de semana muy, muy bueno”.
El CEO de la IndyCar insistió en que era una prueba fundamental para el futuro de la serie. “Creo que, a medida que avancemos, todo irá mejorando. Es un proceso. Así que ha sido un buen día, en el primer fin de semana, y estoy orgulloso de los esfuerzos de todos. Espero con impaciencia el futuro”, añadía Frye tras la carrera en unas declaraciones que recoge Motorsport.com.
