Este fin de semana llega el Gran Premio de Gran Bretaña, la tercera y última carrera del primer triplete de esta temporada, que se disputará en el circuito de Silverstone, conocido por la catedral del automovilismo. Hay que destacar que será la última vez que los fans ingleses verán a Lewis Hamilton vestido de Mercedes, ya que la próxima temporada correrá con los colores de la Scuderia Ferrari.
El circuito de Silverstone se creó a partir de las carreteras de un antiguo aeródromo de la Royal Air Force. El trazado inglés es uno de los cuatro circuitos del calendario actual utilizados en la primera temporada de Fórmula 1 en 1950, junto con Spa-Francorchamps, Mónaco y Monza. Actualmente, la pista tiene una longitud de 5,891 kilómetros, con 18 curvas y dos zonas de DRS, que facilitaran los adelantamientos respecto al coche de delante.
Junto con el Gran Premio de Italia, el Gran Premio británico lleva más tiempo en el calendario que cualquier otro. Silverstone cuenta con curvas de alta velocidad, que destacan los puntos fuertes y débiles del SF-24. “Creo que el paquete de actualizaciones desarrollado para el monoplaza por nuestros ingenieros en Maranello es bueno, ya que supone un paso adelante en la carga aerodinámica”, decía el jefe del equipo italiano, Fred Vasseur, en la previa del Gran Premio. “Ahora nos toca a los que estamos en la pista extraer todo ese potencial para sacarle el máximo partido”.
“Este fin de semana volvemos al formato estándar, lo que significa que habrá tres horas de entrenamientos libres para encontrar un ‘set-up’ que nos permita explotar los beneficios que deberían aportar las nuevas piezas. Saber cómo configurar mejor el coche puede tener un efecto mayor en el tiempo por vuelta que los beneficios específicos de los nuevos componentes. Tenemos que hacer un mejor trabajo, para que Charles y Carlos puedan clasificarse más arriba en la parrilla y después luchar en cabeza en la carrera”, afirmó Vasseur.
