Monza 2018 es una de las mejores actuaciones individuales de Lewis Hamilton que se recuerdan y una que llegó a valer un Mundial. Aquel año, logró su quinta y hasta la fecha, última victoria en el Gran Premio de Italia con la que dejó el título, su quinto en Fórmula 1 visto para sentencia en territorio Ferrari. Sebastian Vettel nunca se recuperó de aquello.
En pleno 2018 el paso hacia delante de Ferrari en términos de motor fue espectacular. De la mano de Mattia Binotto, en un departamento del que quizá nunca debió salir, la Scuderia adelantó a Mercedes en términos de potencia, lo cual era algo insólito en la era híbrida. De cara a su carrera de casa en Monza, llegaban como los favoritos.
Si bien la victoria en Alemania con accidente de Vettel incluido y la Pole magistral de Hungría bajo la lluvia dejó a Hamilton líder del Mundial, todo estaba muy abierto. Sebastian había ganado la semana previa en Bélgica apoyado por un espectacular motor, gracias al cual adelantó a Lewis en la recta de Kemmel con suma facilidad. Esa sería la penúltima victoria del alemán en Fórmula 1.
Llegamos a Monza, con los tifosi soñando con su primer título en más de diez años. Su último campeón del mundo, Kimi Räikkönen logra la Pole con Vettel segundo y Hamilton justo detrás de ellos, tercero. Al día siguiente, en la salida, todo sigue igual tras la primera variante, pero en la segunda, se acabaría decidiendo ese Mundial y el futuro de un piloto y de una marca.
Hamilton se tiró con todo ante Vettel por fuera en la segunda variante de Monza, sabiendo que estaba ante un ahora o nunca de poder derrotar a Ferrari en su casa. El británico sorprendió a un Sebastian que además ser adelantado, acabaría trompeando y cayendo a las últimas posiciones.
El golpe de gracia ya lo habían dado y aunque el segundo puesto era un gran resultado para el Mundial vista la situación de Vettel, Hamilton lo quería todo. Apoyado por una gran estrategia de Mercedes y un ritmo espectacular, adelantó a Räikkönen a ocho vueltas del final para ganar en Monza por quinta vez y obtener una ventaja de 30 puntos.
Si bien Vettel pudo remontar hasta la cuarta posición, acabaría entrando en una espiral de trompos a la que no le pudo encontrar salida. El alemán no fue el mismo durante el resto de ese año y perdería el título en México a falta de dos carreras para el final. No volvió a ganar hasta Singapur en 2019, su última victoria en Fórmula 1, de una forma más que controvertida además.
Aquella carrera en Monza hizo que Ferrari se replantease su futuro. El hecho de haber quedado tan expuestos en su carrera de casa y saber que tampoco ganarían el Mundial ese año, despertó muchas dudas sobre la figura de Vettel. La Scuderia fichó a Charles Leclerc para el año siguiente y tanto en 2019 como, sobre todo, en 2020, el monegasco acabaría con la mística del alemán en Maranello.
La pérdida del título de 2018 también dejó fuera a Maurizio Arrivabene tras perder la disputa interna ante Binotto. La llegada del ítalo-suizo al puesto de jefe de equipo dejó a la Scuderia débil políticamente y quizá esos dos años de transición (2020 y 2021) por un motor ‘ilegal’ fueron también una consecuencia de lo ocurrido esa tarde de septiembre de 2018 en Monza.
Más de cinco años después, Hamilton ha firmado con Ferrari y pilotará para ellos desde 2025 con un contrato multianual. Sorprendentemente, el británico pasará a ser el ídolo de masas en Italia tras haber sido durante tantos años su máximo rival, el que impidió que aquel SF71-H tan bueno y potente acabase con la sequía de títulos.
Monza 2018 es quizá la mejor actuación de Hamilton. Imponente, autoritaria, especial, en un momento clave de la temporada y que además de valer un Mundial, acabó con la carrera de uno de sus grandes adversarios. Esa tarde fue un antes y un después en la historia de Ferrari y el mismo que alargó su sequía de títulos aquel año, es decir, Lewis, podría acabar siendo el que acabe con ella desde 2025 en adelante. Veremos.